11/08/2006

El mundo en sus manos

"El mundo está gobernado por personajes que no pueden ni imaginar aquellos cuyos ojos no penetran entre los bastidores". Benjamín Disraeli, ministro de Finanzas de la reina Victoria de Inglaterra.
¿Es posible reunir en un mismo hotel a más de un centenar de personalidades del mundo de las finanzas, la política y los medios de comunicación, sin que se publique una sola línea? La respuesta, por increíble que parezca, es rotunda: sí, es posible y de hecho así viene sucediendo desde 1954. Todos ellos tienen en común su pertenencia al exclusivo Club Bilderberg. Desde ayer hasta el 8 de mayo, los integrantes de este cónclave del capitalismo estarán reunidos en Baviera, Alemania, para repasar el actual orden mundial y definir una estrategia a futuro. El secretismo que rodea a tan ilustre club impide exponer los datos con el rigor necesario, pero se calcula que algo más de un tercio de sus miembros está relacionado con la política y el resto pertenece al mundo de las finanzas, los medios de comunicación y la industria. La Enciclopedia Británica señala que estas reuniones se llevan a cabo en "una atmósfera de estricto secretismo". Llama poderosamente la atención que siendo el silencio la regla de oro, entre los integrantes del club se encuentran altos directivos de periódicos como El País , The Wall Street Journal , Die Zeit ,Le Figaro , The New Yor Times o La República .
Evidencia de esta particular atmósfera fue lo ocurrido en 1976 con el periodista de Financial Times , Gordon Theter. De acuerdo con el relato que sobre este asunto escribió el sociólogo británico Mikes Piter, Theter perdió su puesto de trabajo en el prestigioso rotativo londinense cuando intentó publicar, sin éxito, un artículo demasiado explícito sobre la reunión mantenida ese mismo año por el poderoso club.
Año 2000, el Corporate European Observatory asegura que en las reuniones del club "no se decide nada de manera formal", más bien habría que decir que se trata de "plasmar un consenso" sobre los asuntos que preocupan. El sociólogo belga de la Universidad de Louvain Geoffrey Gueuns juzga que las sesiones buscan alcanzar un "pacto estructural entre las élites de los tres poderes" (político, económico y mediático). Goran Greider, periodista del diario sueco Dala Demokraten, señala que "hay un lazo entre el orden actual del mundo y las influencias ejercidas en el seno de los bilderberg desde su creación".
La revista The Economist abunda en este extremo cuando asegura que "cuando alguien hace escala en Bilderberg, ya llegó". El ex presidente norteamericano Bill Clinton y el actual premier inglés Tony Blair asistieron a varias reuniones del Club Bilderberg antes de convertirse en gobernantes de sus respectivos países. Otro tanto cabe decir del actual secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan. Pero el club no sólo es eficaz a la hora de apostar por determinados personajes con innegable proyección política. Según publicó la revista izquierdista Big Issue durante la reunión celebrada en Sintra en 1999, los bilderberg permitieron a Rusia bombardear Chechenia.
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Mateo Balín, periodista experto en los entresijos de Bilderberg, asegura que sus miembros han dado forma y contenido a una "estrategia que consiste en crear tensiones en naciones cerradas cultural y religiosamente, que conducen a estados de guerra y hostilidades perpetuas que utilizan para justificar medidas de emergencia nacional en los tiempos de paz". Se trata en definitiva de fomentar crisis y contribuir a su resolución siempre y cuando el episodio final de esos conflictos esté, previamente, perfectamente controlado. No hay que dejar nada a la improvisación y tampoco fomentar aventuras de incierto resultado. Es como facilitar la salida de gases de un volcán y paliar así los posibles efectos devastadores de una erupción. La estrategia reúne en sí misma otro ingrediente mucho más atractivo: los beneficios económicos que se originan a la hora de acometer la necesaria reconstrucción de los países arrasados.
En anteriores reuniones, los selectos integrantes del Club Bilderberg abordaron asuntos como la guerra de Irak, el conflicto de los Balcanes, la convulsa región de Oriente Medio o las crisis de África. Pero tampoco descuidaron su influencia en asuntos más económicos: apostaron fuerte por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, influyeron de forma decisiva en la creación de la Organización Mundial del Comercio, decidieron la existencia de sólo dos monedas mundiales: el dólar y el euro. La simple enumeración de los asuntos presentes en las agendas de trabajo da idea de que en el club se funciona como si de un gobierno mundial se tratase.
Historia de un club selecto
Corría el año 1954 y Europa se recuperaba lentamente de la tragedia vivida a causa de la Segunda Guerra Mundial. El dinero procedente de Estados Unidos y su poderosa industria hicieron posible que países como Francia, Holanda, Bélgica, Alemania o Italia dispusieran de una clase media resurgida de las cenizas y con dinero para gastar en productos fabricados en esos países. Se hacía necesario fortalecer este clima y estrechar lazos entre Europa y Norteamérica en una época en la que el término "Guerra fría" lo decía todo. El mundo estaba dividido en dos partes y cada una de ellas obedecía, fielmente, a un doctrinario esencial para la supervivencia: capitalismo frente a comunismo.
El príncipe Bernhard de Holanda supo sacar provecho de esta situación y cursó las necesarias invitaciones para una primera reunión de un grupo de personajes que tenían en común dinero, poder, influencia en sus respectivos países y su innegable anticomunismo. Debatir sobre el presente y diseñar el futuro de Europa primero y del mundo después se antojaba una labor apasionante. El hotel Bilderberg, situado en la ciudad holandesa de Oosterbeck, fue escenario de la primera reunión del grupo al que, en un primer momento, acudieron también diversas personas ligadas en el pasado al nazismo. El propio príncipe Bernhard fue señalado en la prensa holandesa por haber pertenecido como oficial a las temibles SS y al partido fundado por Adolf Hitler.
Con oficina pública en la localidad holandesa de Leiden, el club tiene normas muy rígidas en su funcionamiento y una restrictiva política para admitir nuevos socios. La asociación cuenta con un comité conductor directivo compuesto por miembros permanentes que reúne a casi una veintena de personas y cuya función principal consiste en cursar las oportunas invitaciones, de acuerdo a la agenda y temas a tratar. Este comité -Steering Committee- debate sobre los asuntos más discretos y reservados. Después, y ante el resto de los invitados, se celebran otras reuniones de carácter más general donde se van fijando, de alguna manera, los necesarios consensos para, posteriormente, ponerlos en práctica.
"La franqueza es la regla de oro", señala el belga Etienne Davignon, presidente del comité organizador, que tiene claro que "si Bilderberg es un éxito se debe a que nadie molesta a nadie; cada participante juzga útil escuchar una cosa distinta de la que está acostumbrado a oír".
Es curioso observar que los participantes a estas reuniones lo hacen a título personal, no en representación de países o corporaciones. Una característica que enfatiza, aún más, sobre el carácter del Club Bilderberg y su filosofía: "ya que los gobiernos son incapaces de llegar a acuerdos en los grandes asuntos nadie mejor que la iniciativa particular para lograr este fin". David Rockefeller, participante en todas las reuniones desde que el club se fundara en 1.954 y fundador de la Comisión Trilateral declaraba a la revista Newsweek en febrero de 1.999: "Algo debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad adecuada para hacerlo".
Los asistentes a la reunión anual del club nunca revelan que ellos están asistiendo, aunque en los últimos años y gracias a la prensa independiente, es posible detectar la presencia de alguno de ellos. Gracias a ese esfuerzo se ha logrado conocer la asistencia de Juan Luis Cebrián, grupo Prisa; Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial; Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Estados Unidos; David Rockefeller, fundador de la Comisión Trilateral y ex responsable de la Chase Manhattan Bank, Henry A. Kissinger, ex secretario de Estado de los EEUU y artífice del golpe de Estado contra Salvador Allende; Alan Greenspan, gobernador del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos. Tampoco faltan personajes como Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN; el actual director gerente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, por citar sólo algunos de los que han acudido y siguen acudiendo a tan selecto club.
Rosas y espinas
La reunión de este año tiene sobre la mesa varios temas espinosos. No se trata ya de la recurrente Irak; ahora hay otros escenarios que conviene analizar con cautela antes de asignar la correspondiente terapia. La cada vez más fortalecida alianza entre el dictador cubano Fidel Castro y su correligionario Hugo Chávez, presidente de Venezuela, es también motivo de alerta. Lo de menos son los barriles de petróleo que el otrora golpista venezolano envía a Cuba permitiendo que la economía no se desplome, lo que importa es el órdago lanzado por tan singular pareja de mandatarios en torno al Tratado de Libre Comercio. La Habana fue el pasado sábado escenario de un acuerdo que pretende dar inicio a un nuevo estado de cosas. Frente al tratado diseñado por los bilderberg, Hugo Chávez sitúa su Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), calificada como una propuesta "revolucionaria" que pretende exportar a la región. Tocará mover ficha al club, pero no al estilo de Henry A. Kissinger, actual miembro del club y antiguo secretario de Estado de USA que promovió el golpe de estado en Chile y desestabilizó la zona para evitar la proliferación de gobiernos socialistas.
Otro asunto sobre la mesa: China y el comercio textil. La cuota de mercado mundial que China tiene en este sector estratégico representa ya el 62% y hay expertos que aseguran que puede incrementarse hasta un 75% en un plazo no superior a los cinco años. La imparable trayectoria china amenaza la estabilidad de países como Tailandia, Bangladesh, Marruecos, Túnez y Egipto porque buena parte de su población depende del mercado textil. Un ejemplo, en Marruecos el sector da empleo a unas 700.000 personas. China exporta su ropa a un precio un 58% inferior al del resto del mundo; esta circunstancia es acogida de forma favorable por los consumidores, pero causa auténticos quebraderos de cabeza a los industriales de Mataró, por citar un caso próximo.
El actual presidente francés, Jacques Chirac, asistente en más de una ocasión a las reuniones del club, advertía de forma tajante que "no podemos aceptar que estos productos invadan nuestros países sin ninguna regulación". Una llamada de atención que cuenta ya con el aplauso de las patronales y de los sindicatos de la Unión Europea y los Estados Unidos de Norteamérica.
Como señala Mateo Balín, "estamos ante una visión de la democracia teledirigida. Y no sólo puesta en práctica por los bilderberg. El Bohemia Club, la Comisión Trilateral o el Club de Roma aparecen como ramificaciones donde el gran poder negocia las políticas globales a la sombra de los debates públicos"